Una Auditoría Fiscal permite
saber si los contribuyentes, ya sean personas físicas o molares, están al día
con sus obligaciones tributarias, las cuales tienen una gran importancia, ya
que así se podrán realizar contratos con terceros o solicitar préstamos a una
institución bancaria.
En caso de no estar al día con
tus obligaciones fiscales, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) puede
llegar a denegar ciertas operaciones financieras, de ahí la importancia de
estar al día con tus obligaciones.
Sin embargo, es importante
diferenciar una Auditoria Fiscal de una contable, pues la primera analizará a
detalle la empresa y si esta se encuentra al corriente con la presentación y el
pago de impuestos.
¿En qué consiste una Auditoría
Fiscal?
Como ya mencionamos, una
Auditoría Fiscal analizará a detalle la situación fiscal y financiero de una
empresa. Ahora bien, en ésta se analizan diferentes puntos que van a ayudar a
la autoridad fiscal a conocer a detalle la situación de la empresa, como son el
balance general, los registros contables, etcétera.
El auditor fiscal es quien se
encarga de comprobar las declaraciones realizadas por el contribuyente. Es
decir, el auditor revisa que lo declarado por la empresa sea lo que se ha
pagado a Hacienda Pública.
En el momento en que el auditor
revisa la información proporcionada por la empresa, realiza lo que se llama un
Informe de Auditoría, donde detalla toda esta información, añadiendo
comentarios y opiniones propias.
La autoridad tributaria, en este
caso el SAT, tiene un plazo de 12 meses para concluir el proceso de la
auditoría. Al término de ésta, el contribuyente tiene 20 días para explicar las
conclusiones del auditor y de la autoridad fiscal, en caso de que sea
necesario.
Al terminar este plazo, el SAT
tiene 6 meses para notificarle al contribuyente su crédito fiscal, que es un
documento donde se puede hacer mención de las multas, recargos y
actualizaciones generadas por incumplimiento, en caso de que se haya incurrido
en una falta.
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